Mensaje del Rector a la Comunidad Universitaria


En las últimas semanas la UNAM se ha visto acosada, en sus inmediaciones y aun dentro de sus instalaciones, por diversos actos de violencia.

Todos conocemos del incremento de la delincuencia en nuestro país, pero no por ello podemos aceptarla o dejar de indignarnos ante esta lacerante realidad.

Pero cuando ésta se presenta en espacios educativos donde converge una comunidad cuya esencia es la libertad, la superación, el estudio y el conocimiento, los hechos violentos se convierten en algo indignante, inadmisible y de necesaria y urgente atención.

En días recientes esta escalada de violencia alcanzó límites inaceptables.

Una funcionaria universitaria fue brutal y arteramente baleada dentro de su automóvil al abandonar el estacionamiento de uno de nuestros campi en el Estado de México.

El día de ayer, individuos ajenos a nuestra casa de estudios, presumiblemente narcomenudistas, escenificaron una riña y uno de ellos disparó contra dos sujetos hiriéndolos de gravedad, quienes fueron trasladados a un hospital de zona, en donde fallecieron horas después.

Los hoy occisos han sido plenamente identificados y no son parte de la comunidad universitaria.

Este último evento, de alguna forma, puede ser consecuencia de las medidas implantadas por la Rectoría a fin de combatir el narcomenudeo en nuestras instalaciones.

Para el efecto, como ustedes saben, determinamos acciones disuasivas y preventivas: aislamos los espacios en que los narcomenudistas se habían asentado; iluminamos zonas, cambiamos y multiplicamos luminarias; ampliamos vigilancia y sistemas de seguimiento y estrechamos la colaboración con las autoridades competentes de la ciudad de México.

Fruto de esta permanente colaboración ha sido la detención, en las afueras de Ciudad Universitaria, de alrededor de 30 individuos que fueron ya consignados a las autoridades ministeriales.

Y se han presentado también las denuncias correspondientes de distintos actos ilícitos cometidos dentro de nuestras instalaciones.

Pero todo ello, no ha sido suficiente.

Si bien es cierto que los narcomenudistas se han fragmentado, también lo es, que se han dispersado distribuyéndose en otras zonas del campus central.

La Universidad, desde hace ya años, no había sufrido actos de violencia entre grupos del narcomenudeo y es muy doloroso que los hayamos vuelto a experimentar.

Como Rector, asumo toda la responsabilidad por el efecto colateral de las medidas adoptadas, como también lamento el fallecimiento de estos sujetos pues, a fin de cuentas, su muerte es el producto de la desesperanza en la que está envuelta una parte de nuestra juventud.

He meditado largamente las medidas que fueron implementadas; he compartido dudas y explorado nuevos derroteros para mejorar las condiciones de seguridad. Y a pesar de estos muy lamentables acontecimientos, estoy seguro que el camino que nos hemos trazado es el correcto y en ello, mi administración, se seguirá empeñando.

Haber ignorado la inseguridad y el narcomenudeo no era una opción en una comunidad como la nuestra; solicitar su desalojo por las fuerzas policiales, representa un riesgo de violencia armada en donde pueden salir lesionados inocentes y no por ello se podría garantizar la ausencia permanente de los narcomenudistas.

Y vivir constantemente en un estado de vigilancia armada nunca fue, ni será, una opción a ser considerada.

Por eso, el camino seleccionado es el correcto. Es un camino complejo y difícil que indudablemente requiere mejorarse y reforzarse, pero ese es el mejor camino para nuestra Universidad.

En los días y semanas por venir, escucharemos voces, internas y externas, que clamarán por otras alternativas más agresivas, algunas que quisieran vernos o armados o militarizados; y no pocas aprovecharán los momentos políticos electorales que vivimos en nuestra nación para internar desestabilizarnos.

Pero no lo lograrán si trabajamos en unidad.

A ellos habrá que decirles que estamos conscientes de la fragilidad de la seguridad en nuestra Universidad como espacio plural, abierto y democrático; pero que nuestra fortaleza está en el saber, en la libertad, en la autoridad moral, en la autonomía y en el respeto a la normatividad universitaria.

Continuaremos actuando con estricto apego a la legalidad, cuidando de la seguridad de nuestras instalaciones, mejorando nuestra capacidad de disuasión y vigilancia, denunciando a los delincuentes y evitando, hasta donde sea posible, el ingreso de aquella violencia que pudiera acarrear más violencia.

La Universidad está lastimada e indignada por estos lamentables sucesos y exige se lleve a fondo una exhaustiva investigación que conduzca al esclarecimiento de los hechos y a la detención de los responsables y, para ello, la Abogada General de la UNAM tiene instrucciones de acompañar a las instancias procuradoras de justicia, poniendo a su disposición todos los elementos a nuestro alcance para que así se logre.

Yo les pido a todos ustedes, cuerpo directivo de nuestra casa de estudios, que estemos atentos a los eventos que en los meses por venir puedan acontecer y que ante ellos actuemos con decisión, con prudencia y anteponiendo siempre los intereses de nuestra Universidad.

A nuestra comunidad académica y administrativa les pido su solidaridad para denunciar todo evento que se presuma sospechoso o potencialmente peligroso para nuestra seguridad; que estén cerca de los jóvenes y sirvan de ejemplo para su desarrollo social integral.

A nuestros estudiantes les solicito que se alejen de aquellos que distribuyen sustancias nocivas para su salud; que entiendan que ellos viven mundos ajenos a los nuestros, que no son sus amigos y que representan relaciones de peligro e inseguridad.

Les confirmo que el Rector estará de la mano con ustedes y con los altos intereses de la Universidad Nacional Autónoma de México.

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU.
Ciudad Universitaria, Cd. Mx. a 24 de febrero de 2018.
El Rector

Dr. Enrique Luis Graue Wiechers



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